domingo, junio 09, 2013

Domingo, nostalgia de adolescencia y música que vale la pena escuchar siempre.

En mi cabeza unos acordes en eterna repetición. Un gusano en la oreja que recorre una y otra vez, y otra vez, la misma melodía. Es domingo y la tarde se tiñe de sepia. Persiana entre abierta, soledad de otoño y estufa encendida. Tiempo de epifanía y la melodía se completa. La canción vive, empieza a sonar, dispara revelaciones. Con los ojos cerrados, vuelvo a volar allá, hace tiempo, un domingo perdido, nostalgia de adolescencia y un eterno disco. Un dormitorio juvenil repleto de posters y música, charlas alborotadas por culpa de ellas, una playa solitaria, el bravo mar espumoso bien marrón de río y saber que ya no se puede volver ahí. La infinita sensación de tristeza que me abraza. Me acuna. Silencio absoluto.

The Smashing Pumpkins
Mellon Collie and the infinite sadness
1979


Disco completo


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