jueves, agosto 28, 2014

Fragmentados (A propósito de Relatos Salvajes)


¿Será que la era de los 140 caracteres todo lo inunda? ¿Será que el ahogo que nos producen los mass media nos dejan sin suficiente oxigeno para carreras de largo aliento? Nosotros, la masa, consumimos fragmentos, nos alimentamos de lo regurgitado, devoramos lo ya digerido. El cine no escapa a esto. En Argentina, la película record de nuestros días, es Relatos Salvajes de Damián Szifrón. Un todo que son partes. Relatos para nuestros cotidianidades, con la cultura del snack como entorno perfecto. Cuentos cortos -cortometrajes- que sumados la hacen compilado -película- pero no novela. Cada una de estas historias, son consumibles en sí mismas, con la posibilidad de descartar las otras partes, si uno quiere distraerse, alejándose de los atractivos que nos ofrece esa pantalla en busca de otras, algo más pequeñas, al alcance de nuestra mano. Son bocados adictivos, de rápido consumo, sin plato principal, donde la violencia es el eje central, balancín de seres como yo o vos, integrantes de la masa que la sufre, que la siente, que la vive. Hoy, en la pantalla, afuera de la pantalla, por ella, y replicada por otras. Pero acaso el suceso de esta película, ¿no es consecuencia de estos tiempos? ¿Será que no hay tiempo para que algo exitoso, de consumo masivo, sea mas extenso que un tweet? Los Relatos de Szifrón son de lectura ágil, rápida, como nuestros postmodernos tiempos mandan, sin compromisos extensos, donde seguramente algún bocado, perdón relato, nos identifique más que otro. Pero no podemos seguir, la masa se cansa, no tiene aliento, ni oxigeno disponible. No podemos, ni vos ni yo, mirar El Padrino ahora, ya, simplemente no podemos, (¿o no queremos?) "prestar nuestra atención" para esa causa, nos llaman otras, me ahogo en otras. No estamos para Bauman o José M. Cerezo. No, nos cansamos. Perdí mis fuerzas, no tengo más atención para estas palabras. 
Basta.

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