sábado, junio 11, 2011

De aquellos de que los pañuelos no se manchan y otras yerbas

Volver a sentarse a escribir. Que lindo ejercicio y que olvidado lo tenía. Volver a escribir por algo que te demanda más que el silencio. Algo que valga más que eso. Algo que te quema. Estas palabras para pensar van dedicadas a las Madres de Plaza de Mayo, a aquellas que estan con Hebe de Bonafini y a las otras de la Línea Fundadora, a las Abuelas, a H.I.J.O.S., a los padres invisibles que siempre presentes, a aquellos que van la marcha del 24 de junio, a la Marcha del Silencio, a los militantes, a los "no" políticos, a los que sienten verguenza de lo que esta pasando en Uruguay y su política de DDHH, a Carlos y su sentimiento de rebeldía cuando ya peina canas y a todo aquel que quiera detenerse a leer estas líneas por unos minutos.



Corren los primeros días de junio y aquí en Argentina, todo gira entorno al engaño, la traición, y la hijaputéz de Sergio Schoklender contra todos, porque no caben dudas que todos somos las Madres. Estas personas luchan por la verdad y se corrieron de su lugar, su lugar adquirido en la sociedad. Construyeron sueños
que comparten a través de su fundación y lo hacen a través de viviendas, defienden modelos, piensan que así hacen un mejor mundo, y a partir de allí este entuerto. Dirían por ahí, no le pasa nada al que no hace nada. Y ahí están los medios masivos de corrupción y están sus consumidores, que repiten con constancia y alevosía lo premeditado de las palabras de esos "genios" que se ocultan detrás de la pantalla y el papel. Hagamos un esfuerzo como espectadores de poner algo más para comprender lo que nos cuentan que pasa, inclusive a la hora de entretenernos. Eso sugiero.

Unos días antes de junio, Abuelas de Plaza de Mayo con Estela de Carlotto a la cabeza, reunieron a varios miles de personas (aunque deberíamos de haber sido más pero había cosas por hacer imagino) una tarde noche de un día de semana para reclamar por la causa que esta en juicio hace ya diez años y que intenta saber el origen de los chicos, los adultos, Marcela y Felipe Noble. Ambos son adoptados - en circunstancias que se esta intentado aclarar - por la dueña del multimedio Clarín, Ernestina Herrara de Noble. Lo que se ha atrasado es la simple extracción de sangre, o un cabello que contenga su ADN y se coteje con las muestras que están en el Banco Nacional de Datos de Argentina. Ahora ha llegado ese simple gesto de grandeza. Debe de ser muy doloroso, angustioso, pero la verdad, tuya, mía, de quiénes nos rodean, es mejor que la oscura mentira. Carlotto les tendió los brazos repletos de amor en una noche fría frente a Tribunales. Todavía están esperando llenarse de calor humano. En diez años no cedieron ni un ápice. La (j)usticia (más minúscula que nunca)tampoco obró en consecuencia. Todos esperamos el momento de la verdad.

Y ahí nomás, días más o menos por mayo de 2011, en Uruguay, mi país, siguió el camnio de la injustica, de la verdad, la mentira, la traición. Todas palabras, todos conceptos que rodean los casos que nombré anteriormente. Todas actos, gestos y señales de hombres y mujeres. De seres humanos, poco humanos. Víctor Semproni
, diputado nacional por el Frente Amplio - actual oficialismo - votó en contra de lo que dicta la razón y el corazón. En contra de los postulados del FA, de la gente que confió en él como diputado, de las leyes sobre DDHH a las que Uruguay esta suscrito, y de una infinidad de cosas más. Como Zitarrosa dice, un traidor puede más que con mil valiente. Dos veces desde que ha vuelto la democracia a Uruguay, se votó para saber la verdad en este tema. Dos veces se voto negativamente. Dos veces se engaño a la población ya que se votó por algo que no tiene porque votarse. Los Derechos Humanos no son algo para deliberar si se cumplen o no.

Por eso, los pañuelos no se manchan. Por eso, la verdad siempre llega aunque haya que esperarla mucho. Por eso, la justicia hay que acunarla, quererla y buscarla. Por eso, tenemos que comprometernos más desde nuestro rincones en nuestra sociedad e intentar aunque fallemos, hacer de este mundo algo mejor, aunque parezca una frase hecha.

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